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  • Entrégale tu vida a Cristo...
  • "Dios nos trata como hijos, nos comprende, nos perdona, nos abraza, nos ama aún cuando cometemos errores." - SS Francisco

NOSOTROS

publicado por Seminario Metropolitano de Oviedo el 1:10


MIGUEL



Cuando dejas a Dios acercarse a tu vida, experimentas cómo no se trata de alguien autoritario que se apodera de tu vida y te maneja a su antojo, sino Alguien que se ha pasado todo el tiempo en que le estuviste ignorando, sufriendo los rigores del clima y la oscuridad de “tu noche”, bajo tu ventana, esperando a que encendieras la luz para ver si te asomabas, le veías y le abrías la puerta. Te das cuenta de que es Alguien que está empeñado en hacerte feliz (aunque nosotros estemos empeñados en buscar la felicidad por otros derroteros, sin tenerle en cuenta a Él). Experimentas que es Alguien que te quiere no sólo cuando eres bueno (muy pocas veces), sino porque eres su hijo. Dios no es como nosotros; No espera nada a cambio de su amor; Nosotros le necesitamos: Él a nosotros no. No nos quiere por no tener pecados, sino que nos quiere a pesar de nuestro pecado. No es alguien que nos mira impasible desde su pedestal, sino que se implica en nuestra historia hasta las últimas  consecuencias. Esa ha sido mi experiencia de Dios.
Yo no quería saber nada de Dios, porque pensaba que me iba a complicar la vida. Además, no necesitaba a nadie que me diera la paliza con moralismos; Y menos a la Iglesia con tanto pecado como tiene (qué fácil es ver el pecado de los que nos rodean y no ver nuestro); Él no sabía cómo decirme que no me pensaba quitar nada, sino que me lo quería dar todo. Quiso llamar mi atención de infinidad de maneras, pero yo estaba muy tranquilo en mis cosas. El caso es que desde que le abrí la puerta y le dejé entrar en mi vida me he dado cuenta de lo equivocado que estaba.
Estoy profundamente agradecido a Dios por el don de la vocación y por haber entrado en mi vida (Él sólo quería mi permiso). Me siento totalmente en sus manos y acompañado por Él. Mis problemas no han desaparecido (acaso son mayores ahora), pero los soporta Él por mí. Dice el Evangelio de Juan que Jesús hizo muchas otras cosas. Si se quisieran recordar una por una, pienso que ni en el mundo entero cabrían los libros que podrían escribirse. No sé si Juan está exagerando un poco, pero desde luego, en medio folio, lo que Jesús hizo por mí, no cabe. ¿Quedaría muy rancio si digo que estoy enamorado de Jesucristo? Pues yo soy un rancio.






TINO



Reflexionando sobre el momento y los motivos que me llevaron a iniciar este camino vocacional, me doy cuenta de que la llamada no se produjo momentos antes de entrar en el Seminario, sino que surgió mucho tiempo atrás, cuando acompañaba a mi madre y a mi abuela a la Iglesia. Con ellas aprendí las oraciones y el catecismo, y a la vez, el Señor, plantaba su semilla en mi corazón por medio de estas dos grandes jardineras.

      Los años pasaban y yo sentía que aquella semilla crecía y el Señor me decía: -“sígueme”, y yo respondía: -“¡Ah, Señor Yahvéh! Mira que no sé expresarme, que soy un muchacho”. Él no dejaba de llamarme y yo mantenía mi respuesta. Mientras tanto colaboraba en la parroquia y mi compromiso crecía gracias a la JOC. Pero el Señor no se conformaba con eso y seguía insistiendo, quería que diera un paso más. Y lo di, pero cambiando de dirección, aunque no de sentido. Tomé un avión rumbo a Nicaragua con la intención de huir de Él, cuando en el fondo lo que hacía era buscarle. Quería silencio y Jesús me gritaba con más fuerza. Un día le escuché decirme con palabras del Evangelio: Tino, no digas: “Soy un muchacho, pues adondequiera que yo te envíe irás, y todo lo que te mande dirás. No les tengas miedo, que contigo estoy para salvarte”. Y fue algo que unido a las palabras que al regresar escuché: “Nada te turbe, nada te espante […], sólo Dios basta”; y con la ayuda de un consejero y una buena guía, me decidí a responder a ese “Sígueme” que hacía muchos años había escuchado por primera vez.





JUANJO




En un mundo que ha rechazado a Dios, Él me llama para ser su voz. La tristeza, la amargura, la desesperación… son muestra de personas que no conocen a Dios. Él, sumo Bien, suma Belleza, suma Bondad, quiere que todos seamos felices. Dios, y su Iglesia, no son un obstáculo para el desarrollo de esta felicidad. Al contrario, colaboran con el hombre en su búsqueda.
En el año 2005 se produce un acontecimiento alegre a la par que triste: el cielo gano un santo, la tierra quedo privada de él. Juan Pablo II muere. En este momento se descubre de una manera más compacta el calado y valentía de su vida y su mensaje. Un hombre que con su bastón de peregrino y el Evangelio en la mano anunció la Verdad y defendió al hombre, sus derechos, su dignidad. Sus palabras valientes conmovían al mundo. Esto es lo que necesita la humanidad: hombres que sin miedo alguno luchen por la Verdad. Una Verdad que está encarnada en Jesucristo: Dios y hombre verdadero.
Dios me señaló con su dedo cual era mi destino. Vi el dedo, lo seguí y encontré mi vocación: sacerdocio. Predicar la Verdad, cueste lo que cueste, y llevar la felicidad al corazón de la humanidad, extirpando el mal, el odio, la mentira, la desesperanza... ¡¡Apasionante!! Un corazón sin esperanza es un corazón sin sentido que no sabe por qué vivir. Pero un corazón que tiene esperanza adquiere el mayor tesoro de su vida: el amor. Dios ha entrado en mi vida para configurarme con Cristo, y a través de mí seguir anunciando su mensaje de fe, esperanza y amor: felicidad.






JANO






El siguiente testimonio es un claro ejemplo de verdadera constancia, tesón, esperanza, cariño… Suena bien, ¿verdad? Lástima que el auténtico protagonista del mismo no sea yo. No lo entiendes, ¿eh? No te preocupes, a mí me ocurrió lo mismo durante años. Esta historia no servirá de tema para cualquier serial de las 4 de la tarde, ni ocupará las portadas de algún periódico de tirada nacional. No, simplemente se trata de un relato en el que Dios se hace presente en la vida de un niño de 7 años, al que le pregunta si está dispuesto a amarle de verdad, y cuya respuesta no llegará hasta 25 años después. Como ves, no se trata nada más que de eso… y nada menos.

      Y en todo este tiempo, en el que Él me demostraba su constancia, su tesón, su esperanza, su cariño…, cuántas veces le he dicho que no, cuántas veces me he sentido sólo, cuántas veces frío, cuántas vacío…  ¡Tarde te amé…! Hoy, mi respuesta, mi SÍ a aquel amor verdadero que me ofrecía, llena toda mi vida y le da sentido, calor y color. Es un SÍ que me habla de Él, me habla de un mensaje, de una misión, y me habla de ti.

      Seguro que tú también tienes una historia sobre aquel primer encuentro con Él. ¿No? Pues creo que hoy está empezando la tuya, desde el momento en el que has hecho click en este enlace de testimonios. Eso demuestra que, en el fondo, estás “buscándole”. No “le” envíes a la papelera de reciclaje. Dile que sí, dale al intro.  



CÉSAR





Vivir una historia de amor con el señor es apasionante, él te acuna, te mima y no deja nunca de decirte que te ama.
Como respuesta a ese amor quiero dar mi vida, donar mi corazón, porque solo en él soy libre y puedo amar verdaderamente a mis hermanos.
Quiero pronunciar un si decidido a la voluntad del Padre, sé que con María lo haré.
Ante las dificultades de la vida ¡Mater habebit curam! (¡La Mater se preocupará!)
Grande es aquel que le consagra su vida a algo grande.  ¿A quién le consagramos nuestras vidas? Al Dios Infinito.”




LUIS





Mi vocación, no se remonta a una conversión brusca, sino a un paso que se fue dando desde que yo era pequeño. Siempre estuve vinculado a la parroquia en el catecismo, el coro, y la verdad es que si que me había planteado la vocación sacerdotal, y de pequeño tenía más o menos claro que podía ser cura, pero con el paso del tiempo llegó la adolescencia, donde dije, va a ser que para mí no  es esto de ser cura. Pero como son las cosas de Dios, cuando yo iba a 3º de ESO llegó por entonces a mi parroquia un seminarista para hacer su etapa de pastoral, y si que había comentado con él las ganas que tenia de ir a un encuentro del Papa, ya que cuando vino Juan Pablo II a Madrid, yo era muy pequeño y no me habían dejado ir. Así que para sorpresa mía, cuando estaba ya acabando 4º de ESO, este seminarista había hablado con el rector del seminario, para que pudiera acompañarlos en la visita que iba a hacer a  Valencia el Papa. Fui con un poco de “”miedo”” ya que no conocía a casi nadie, pero la verdad, fue un momento que marcó mi vida al poder compartir con el seminario esos momentos. Fue impresionante, la cercanía, la familiaridad que se vivía… y después fui teniendo poco a poco relación con ellos en la 9ª de Covadonga, y en alguna otra ocasión que me invitaran a ritos de admisión. Aún no quería  escuchar la voz de Dios que me estaba llamando, no estaba muy por la labor, hasta que por fin cuando estaba en 2º de Bachiller, tome la decisión de entrar en el seminario, y hasta hoy. Es la mejor decisión que he tomado en toda mi vida. Mucha gente me pregunta si me doy cuenta de todo lo que renuncio, pero yo creo que más de lo que renuncio es lo que gano.



DAVID





Me siento personalmente amado por Jesús. Ha buscado conmigo una relación íntima y personal. Esto es algo que a uno le lleva mucho tiempo asumir, sobre todo cuando hace 5 años para mi Dios era una medicina muy respetable que el hombre se inventa para paliar el dolor de su soledad e impotencia. "¿Todo un Dios enamorado de mí?" Como dice una canción...Que hermosa locura de amor. Esta es la historia del Señor conmigo: Os 2, 16-22. Esa es su promesa, y con ella me atrapó por entero. Fue La puntilla de oro después de todo un camino. Sé que soy débil e infiel pero cada poco alguien susurra en mi corazón; no te preocupes por tus pecados, déjamelos a mí, tú sólo mantén tu mirada en mí. Tú y yo. "Ten paz, no tengas miedo, confía en mí". Ante tal experiencia que el mundo no te da, uno sólo sabe hacer una cosa; callar y dejarse enamorar.... Al mismo tiempo que me dice te quiero sólo para mí, me llama a vivir para todos. Me resulta complicado encontrar palabras para hablar acerca de este gran regalo que es la vocación, así que a los hecho me remito: “La multitud de los creyentes tenía un sólo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todos lo tenían en común. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con gran poder. Y gozaban todos de gran simpatía.” Hchs 4, 32-34.

¡¡Vivid hermanos!!