El fin de semana 9-10 los seminaristas, dentro de nuestro Plan de Formación, fuimos enviados a conocer el mundo de la pastoral rural. Enviados de dos en dos, como narra el Evangelio, tuvimos oportunidad de vivir la vida de los sacerdotes de parroquias rurales en el occidente de Asturias. El objetivo de la experiencia era conocer esta realidad tan frecuente en Asturias, que complementa las diferentes realidades en las que puede desarrollarse la vida de un sacerdote.
Cada pareja teníamos un destino en el que éramos esperados. El sábado a las 10 de la mañana partimos ilusionados. Todos fuimos recibidos por el párroco correspondiente con la más fraternal de las acogidas.
Pudimos vivir, en un fin de semana apasionante, la entregada y dura tarea de servicio del cura rural. Compartimos largos itinerarios en coche, hilando parroquias y capillas aquí y allá, celebrando Eucaristías, repartiendo información, saludando, interesándose por la vida de tantas y tantas personas que nos esperaban.
Unas veces Eucaristías con asistencia numerosa, otras veces con contados fieles: unas y otras con la misma entrega, aunque tuviesen lugar en un sitio apartado. En ocasiones el comienzo del itinerario fue a hora muy temprana, para poder abarcar con serenidad tantos objetivos; la última Eucaristía fue celebrada con la misma ilusión y alegría que la primera.
Conocimos sacerdotes santos, con esa santidad escondida que Dios bien conoce, y que sus agradecidos fieles también valoran, a juzgar por los elogios y detalles de afecto que tienen para con estos sacerdotes que dedican sus vidas a servirles. Fuimos atendidos con tal solicitud por los distintos párrocos, y recibimos un ejemplo tan intenso, que todos volvimos felices de la experiencia vivida.
El domingo, después de cenar, pusimos en común lo principal de todo ello en una reunión que tuvimos. Pero continuamente salen a relucir aspectos de lo vivido. Todos estamos de acuerdo en que esta vivencia nos ha marcado.
0 comentarios:
Publicar un comentario