Hace más de un mes que nuestros pies ya pisan suelo asturiano, un suelo por el que tantos años hemos estado caminando, siendo guiados (consciente o inconscientemente) por Aquél que nos llamó. Pero aún hoy parece que nuestros pies, nuestra mente y nuestro corazón siguen sin acostumbrarse al terreno, pues cada paso que damos nos recuerda alguno de aquellos caminos de nuestra tierra hermana de Bembèrèkè y a Alejandro que nos acogió como hermanos y nos guió como maestro.
Hemos recorrido aldeas, pueblos, ciudades… y en todos estos lugares nos hemos encontrado con el rostro amable y la sonrisa constante y radiante de aquellos que, sin tener nada, nos lo daban todo, aquellos que nos ofrecían su amistad y todo lo que sus manos podían abarcar.
La Misión Católica de Bembèrèkè, es un trocito de nuestra Diócesis, es una auténtica escuela de fe, de entrega y, sobre todo, de Amor; Amor a todas las experiencias que viven cada día en sus pueblos y Amor a una Iglesia viva y joven, que se demuestra en su testimonio diario como católicos en un mundo en el que aún son la minoría.
Una escuela que nos ayudará a caminar por nuestra Iglesia con una visión diferente, sin miedo a ahogarnos ante las tempestades, sabiendo salir a flote, entregándonos firmemente a la Voluntad de un Dios que en África se ve y se vive con verdadero rostro de Padre.
Una escuela que con pequeñas lecciones de humanidad, dulzura, precariedad, paciencia, esperanza, debilidad… y, sobre todo, fe, fueron formando y enriqueciendo nuestros días, casi sin darnos cuenta, pero cuando ya no estás en ella, te das cuenta de tus carencias y de todas las gracias que has recibido. En definitiva, esta aventura que inicialmente resultaba poco atrayente, se había convertido en una de las experiencias más intensas y transformadoras de nuestras vidas.
Hemos sido muy afortunados, pero nuestro viaje no fue en balde, ahora nos toca poner voz (asturiana) a sus cantos y danzas; a sus “aleluyas” y “ayúdanos, Padre”; a sus preocupaciones y proyectos… Con todo ello han llenado nuestras “mochilas”, con una petición final:
“Tino, Miguel, hablad a vuestras gentes de nosotros, de nuestras hijas e hijos, de nuestra tierra…, decidles que compartimos el mismo Dios y el mismo corazón, recordadles que somos hermanos de un mismo Padre y que necesitamos que vengan; pues esta tierra, esta gente, les llama, les acoge, les espera”. Ahora ya tenemos nuestras mochilas llenas, sólo queda ponerse a caminar, ¿te vienes?
Hemos sido muy afortunados, pero nuestro viaje no fue en balde, ahora nos toca poner voz (asturiana) a sus cantos y danzas; a sus “aleluyas” y “ayúdanos, Padre”; a sus preocupaciones y proyectos… Con todo ello han llenado nuestras “mochilas”, con una petición final:
“Tino, Miguel, hablad a vuestras gentes de nosotros, de nuestras hijas e hijos, de nuestra tierra…, decidles que compartimos el mismo Dios y el mismo corazón, recordadles que somos hermanos de un mismo Padre y que necesitamos que vengan; pues esta tierra, esta gente, les llama, les acoge, les espera”. Ahora ya tenemos nuestras mochilas llenas, sólo queda ponerse a caminar, ¿te vienes?
0 comentarios:
Publicar un comentario